FAROS DEL MUNDO: EL FARO MAYOR. SANTANDER (II)

Hacia ya algunos meses que no escribía sobre los faros que voy encontrando en mis escapadas y viajes, tanto si lo hago por motivos relacionados con el trabajo, como en los ecoviajes de Ecowildlife. Estos días que he estado en Santander, he tenido la oportunidad de acercarme a dos faros, el de la Cerda que desafía el oleaje del Cantábrico desde su atolón frente al Palacio de la Magdalena y el inhiesto y glorioso Faro Mayor que avisa de las rocas y acantilados desde el montículo cercano a las playas del Sardinero y se erige en guardían de la Bahía de Santander.

Este faro ya centenario, se encendió por primera vez la noche del 15 de agosto de 1839, elevándose en el lugar conocido como atalayón de Cabo Mayor donde, desde tiempos remotos, los antiguos habitantes de la bahía encendían sus hogueras en días de galerna para avisar a los ariesgados navegantes de estas abruptas costas. Hoy en día, cumple misión más de museo y formación que de avisador, aunque el ferry que va de Santander a Plymouth en Inglaterra, lo divise cada día en su navegar. Pero no lo he traído aquí por su vertiente más profesional, sino porque aquellos que se atreven a hacer un sendero largo por la ciudad, les informo que saliendo del centro de la Santander y circunvalando la bahía por el paseo marítimo, despúes de ir  atravesando las playas de Peligros y las del Sardinero y ascendiendo por el montículo que alberga lo máss granado de la sociedad cántabra, se llegará hasta la dorsal que lleva al faro en un bonito paseo de dos horas y siempre con el mar como compañero y guía. Una vez en el campo abierto sobre el acantilado, justo antes de alcanzar el objetivo del Faro Mayor, mirando atrás, se obtiene unas de las más bellas estampas de la bahía del Sardinero.

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