Es costumbre cuando acaba el encierro ir a tomarse unos churros y eso hacemos casi todos los "giris", pero los más aviesos y los lugareños o pamploneses tienen claro donde deben hacer la cola para comer churros, muy cerca de la curva de Mercaderes, en casa la Mañueca. Y a fé que estan buenos ( lasitma de la azucar pero a la gente les gusta). Dice la dueña, Doña Paulina que el secreto está en: la harina no lleva conservantes, del fuego que cortada la leña de haya con hacha se hace arder debajo de las calderas de aceite pero sobre todo buen hacer de Paulina Fernández y su familia.
Lo curioso es que esta churrería solo abre14 días: el fin de semana anterior a Sanfermines, durante las fiestas y los cuatro domingos de octubre y así sigue siendo durante muchos años ya que el establecimiento sigue vivo desde el siglo XIX. Juan Fernández Calero, el abuelo de Paulina, comenzó a vender churros en la calle Curia hace 140 años. Una fotografía le recuerda en la tienDa presidiendo la estancia y saludando a los centenares de personas, que tra aguardar largas colas, compran cada mañana de fiesta sus raciones de churricos.
Durante el poco tiempo que en la actualidad está abierta, en la churrería trabajan muchas personas. Junto a Paulina están sus hijos Elías, José Mari, María Paulina, Francisco Javier, Ana María y Fermín. Y, además de la familia, seis personas más. A estas trece personas, en San Fermín se suman además los nietos y nueras de Paulina, por lo que se juntan cerca de 20. Algunos de ellos son abogados, otros médicos y otros empresarios, pero todos acuden a la llamada de la abuela que además, como excelente RR.PP se cuida de que a los amigos no nos falten un copita de patxaran, que nos sirve en la ratienda mientras nos habla de su padres y de las cosas que allí almacena.
En realidad yo no soy su amigo, pero me consideraron como tal y pasa con ellos una mañana muy entretenida. Si están en San Fermines, no se lo deben perder y si no, esperen a los domingos de Octubre que vuelve a abrir.
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