SALI A TOMAR UNA CAÑA Y ME LIE EN BOAT QUAY. SINGAPUR


Este año he vuelto a Singapur por motivos de trabajo y mi primera noche, después de casi 17 horas de vuelo, necesito desengrasar los huesos. Esta ciudad me encanta, ya hable de ella en mi anterior viaje, pero realmente es admirable su crecimiento. A diferencia de otras grandes urbes asiáticas ha crecido a lo alto y a lo ancho pero manteniendo criterios arquitectónicos y de convivencia loables. Nada de grandes edificios sin sintonía o avenidas solo echas para la conducción, el coche tiene mucho espacio pero los peatones también y sobre todo, admiro la  limpieza de sus calles y de sus parques y avenidas.


Pero yo he venido a tomar una caña y nada mejor para ello en Singapur que el viejo barrio de Boat Quay que corre paralelo al río Singapur. Dicen que aquí se origino la gran ciudad, que en estas calles, antaño comerciales hoy turísticas vivieron los pioneros de la gran urbe. De hecho la ciudad les rinde homenaje con diversas estatuas a sus tratantes de comercios, a los pescadores, a los chinos que dinamizaron el barrio hace dos siglos y a los niños que desnudos se lanzaban a nadar a las aguas del Singapur. Y allí sigue el viejo hotel Fullerton, hoy símbolo del lujo y el crecimiento de la ciudad y también el viejo hotel Raffles y su ayuntamiento. Y por su río navegan perezoso los barcos cargados de turistas, como lo hacían, hasta unas décadas, los barcos chinos cargados de mercancías.

Y las calles llenas de restaurantes de comida donde se ofrece de todo, desde las exquisitas langostas australianas a toda suerte de cangrejos e incluso, en una pecera, se ofrecen enormes batracios listos para ser cocinados en cuanto algún cliente los pida. Las pobres ranas chapotean tranquilas desconocedoras del futuro que les espera. Pasada las primeras filas de restaurantes locales, aparecen locales con música disco, miradores al río y todos los occidentales que viven, trabajan y/o están en la ciudad y allí es posible no solo tomar la  tradicionales cervezas Tigre, de las que ya hable en este blog, sino cualquier marca que se nos ocurra, incluida una cerveza de color verde aromatizada y refrescada con menta. Y en aquellos tugurios, sentados delante de la gran urbe, en el viejo barrio de pescadores, comenzó una noche, que acabaría horas más tarde y con algún litro de cerveza más. Lo dicho, una vez más, Salí a tomar una caña y me lié y esta vez de nuevo en Singapur. 

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