HISTORIAS CON ALMA (VIII) EL FARO DE FISTERRA. A CORUÑA

Llegado a este extremo oriental del mundo, esta Galicia que nada por las esquinas envuelta por la lluvia que lo cala todo, con las botas raídas del viaje y con la sensación de que Thor ha descendido sobre la tierra para descargar toda su ira acumulado en siglos de prisión celestial, llegamos con el alma henchida de estas historias que os vengo contado, al faro de Fisterra. Hoy el faro nos emite una escasa luz de esperanza. Una escasa luz que nos agarra a la vida, nos descarga las piernas y nos invita al ánimo y al reencuentro.

El pétrido peregrino, capa al aire sombrero valiente y mirada perdida en el vacío del mar Atlántico, oscuro profundo de tantas ilusiones, nos acompaña en el último tránsito. Las viejas botas, la saya, la capa sucia, el ánimo afligido, buscan las hoguera que quemara los recuerdos y devolverá al peregrino el último instante gozoso del camino. Ya suena la última tormenta, ya caen las finas gotas agotadas de la tarde lluviosas, ya regresamos con el nuevo hábito a la vida para seguir buscando más historias que contaros.

El Fin del Mundo, el Finisterrae nos despide de nuestra estancia en A Coruña y el faro es mudo testigo de la ausencia.

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