RUSIA(XIII):LOS VIEJOS SÍMBOLOS COMUNISTAS EN LA NUEVA RUSIA

Sentado en un antiguo apartamento socializado en San Petesburgo, hoy convertido en restaurante de moda, fotografié el estante sobre la vieja chimenea (símbolo zarista) donde reposaban viejos tratados comunistas. Con un vodka en la mano, acabe convencido que no era nostalgia, solo era un operación de marketing para atraer turistas y partizanos. El régimen comunista soviético dejó de existir en diciembre de 1991, cuando la URSS saltó en pedazos. La vieja ideología marxista-leninista cayó bajo la temblorosa mano del "símpatico borracho" de Borís Yeltsin. Aún así, el viejo lobo se guardo de destrozar esos viejos símbolos. Con la llegada de Vladímir Putin al Kremlin ( tan odiado como temido, pero al fin y al cabo votado) se recuperan algunos atributos de la época ya superada. Por ejemplo, el himno estalinista.

Hablamos con los ciudadano de la nueva Rusia y ellos mismos admiten que los rusos tienden a ser un pueblo de personalidad desdoblada, como su escudo oficial, el águila bicéfala. Una cabeza mira a oriente y la otra a occidente. Una parte de los rusos toman como modelo los tiempos de la monarquía, e incluso abogan por su restauración, mientras otros añoran el período soviético y, mientras tanto, los jóvenes se debaten en las creencias de sus mayores y un caminar con paso vacilante hacía delante, en la búsqueda de un mejor futuro. 

Pero la verdad es que, a mi parecer,  las autoridades rusas no son muy proclives a tocar los viejos monumentos. Perviven junto con los nuevos usos, con no se que extraña forma de promover el turismo. El caso más concreto es el de Vladímir Ilich Lenin, el cabecilla de la Revolución de 1917, su cuerpo momificado continúa aún expuesto en el mausoleo de la Plaza Roja de Moscú.., y ante su tumba, se siguen haciendo enormes colas cada mañana..., y no todos son curiosos.

En el avión que nos llevaba a la capital de la compañía de bandera Aeroflot, vimos sobre solapas y gorros de azafatas y tripulantes la hoz y el martillo. El edificio de la Duma, la Cámara Baja del Parlamento ruso, también conserva en su fachada un enorme escudo de piedra soviético (la hoz y el martillo sobre el fondo del globo terráqueo y ribeteado con espigas). La hoz y el martillo y el busto de Lenin son dos elementos que se pueden encontrar todavía en la inmensa mayoría de los edificios oficiales rusos y en muchos centros de enseñanza, cuarteles, fábricas, instituciones científicas y hasta en los estadios y en el metro. Y los y las guías de turismo, los enseñan una y otra vez, unos con orgullo y otros como referencias al pasado cercano.

Carlos Marx se levanta ufano frente al emblemático teatro Bolshói, en pleno centro de la capital. La Iglesia ortodoxa rusa propone que sea sustituido por una escultura dedicada a Nicolás II, el último zar ruso. Él y toda su familia fueron horriblemente masacrados por los bolcheviques el 17 de julio de 1918, en la ciudad de Ekaterimburgo. ¿Y porqué nadie pide que sea sustituido por una figura de Elena Isimbayeba, la atleta rusa que pasea orgullosa sus records por el mundo o el cineasta Nikita Mijalkov, símbolo de la abertura de Rusia al mundo?.

Nicolás II tiene sólo tres monumentos en toda Rusia, además de su tumba en San Petersburgo y la iglesia erigida en donde fue asesinado. Ninguno de ellos está en la capital del país. Sin embargo, el zar Pedro I el Grande, sí tiene una escultura en Moscú y, con sus 96 metros de altura, es una de las más grandes del mundo.  ¿Quo vadis Rusia?, avanzas o caminas para atrás..., no lo se ni lo he logrado adivinar, porque además cuando encuentras gente joven con la que animádamente charlamos sobre Rusia, les ves un halo de esperanza, pero la llegar a la capital y ver sus formas y sus desfiles militares, su amaneramiento funcionarial o la opulencia de sus iglesias..., uno tiene la sensación de que no, de que poco va cambiando en este hermoso país.

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