INDONESIA: DESDE MI VENTANA MARES DE AZUL INFINITO


Hemos navegado estos días en el barco Damai con base en Bali y hemos recorrido el archipiélago indonesio, concretamente la zona del Parque Nacional de Komodo a la búsqueda de aventuras y espacios nuevos que conquistar para los viajeros de Ecowildlife.

El Parque Nacional de Komodo, en Indonesia, está formado por 29 islas, siendo Komodo, Rinca y Padar las más grandes, conformando 2.193 kilómetros cuadrados de superficie total. Fue creado en 1980 para proteger los dragones de Komodo, endémicos de estas islas. Se estiman que en estas islas viven alrededor de 6.0000 dragones, así como aves y plantas únicas endémicas de la zona. Estas islas e islotes albergan playas de aguas cristalinas y paisajes de infinita belleza. Las playas del Parque compiten en belleza hasta el punto de que alguna de ellas exhibe un llamativo color rosa debido a los restos de coral rojo pulverizado que se mezclan con la arena. El parque fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1986.

Al Parque Nacional se accede desde Labuan Bajo, la población más occidental de la isla de Flores. Para ello existen dos opciones: un tour en barco de un día que regresa a Labuan Bajo en el mismo día, o bien, en tour de varios días que lleva de regreso hasta, parando en la isla de Komodo, y otras islas. Esta fue nuestra elección y acertamos. Desde la cubierta del barco y desde los ventanales de algunos de los camarotes vimos amaneceres y atardeceres infinitos y navegamos en solitario solo cruzándonos con algún otro barco por lugares míticos como el Manta Point o la Isla de los Zorros Voladores donde esta especie de murciélago gigante vive en enormes bandadas en los manglares que rodean las islas. El ocaso hace de despertador natural para que miles de ellos levanten el vuelo cubriendo parte del cielo del parque. Se dirigen al interior de las islas para pasar la noche devorando frutos silvestres.

Momentos mágicos e irrepetibles que nos traían a la memoria las novelas de Joseph Conrad que navego por esta islas describiéndolas con detalle o al naturalista Alfred Wallace que nos enseñó nuestra evolución observando sus seres vivos. De la mano de nuestro patrón, Alberto Reija, brindamos en la solitaria Komodo por esta hermosa expedición que finaliza en la cubierta del Damai viendo el cielo de infinitas estrellas en una madrugada más. Os he dejado más fotos en este enlace.

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