CÁDIZ: LA RUTA DEL VINO EL PUERTO DE SANTA MARÍA


Al entrar en el Puerto de Santa María, el aire huela a mar y poesía. El mar Atlántico al que cantará su poeta más querido Rafael Alberti. El mar Atlántico que atravesó Cristóbal Colón y que tiene aquí su espacio a la entrada de la zona portuaria con una replica de la Carabela “La Niña”. Por sus calles aún resuenan los acordes de su poesía y las gaviotas se posan ruidosas en la terraza de su fundación en la Calle Misericordia Allí podemos ver retazos de su vida, de sus obras pero sobre todo recuerdos del que fue uno de los poetas más cantados y loados de la generación del 27. Cerca, muy cerca de allí, en la esquina de Misericordia y Palacios, esta el edifico que habitó otro gran poeta y escritor, Washington Irving. El periodista americano se alojó en un humilde piso de esas mismas calles en su ruta por Andalucía. Y no debemos dejar de nombrar también la casa-museo del autor teatral Pedro Muñoz Seca que en la calle del mismo nombre nos descubre a uno de los autores más prolíficos del siglo XX.

Pero si en el algo el Puerto de Santa María tiene un icono mundial es en la célebre figura del toro de Osborne. Cuando llegamos a la ciudad una enorme rotonda con diversos de esos animales esculpidos para dar la bienvenida ya nos sorprende y muy cerca de allí se encuentra la bodega homónima donde el vino y el toro son protagonistas indiscutibles. Merece la pena la visita a las bodegas que produce los famosos caldos de y el origen del famoso icono, el coñac Veterano. Así como las de 501, Grant, Terry o Caballero.

El Puerto es también su plaza de toros inaugurada en 1880 y de la que dijo el gran “mataor” Joselito “quién no ha visto toros en el Puerto, no sabe los que es un día de toros” y que vivió las tardes más gloriosas de artistas como “Lagartijo”, “Frascuelo” “Manolete”, “El Cordobés”, “Paquirri” y tantos otros.

Merece la visita el Castillo de San Marcos, del siglo X que defendió por siglos la integridad de la ciudad y como no, los esteros. Los esteros son las marismas que el mar deja y que hoy podemos recorrer con algún barco que ofrece excursiones desde el puerto de la ciudad y que recorren la bahía de Cádiz y hasta Puerto Real. Al atardecer, cuando las aves van de regreso al nido y el sol busca ocultarse infundiendo tonalidades naranjas al atardecer, es un buen momento de acercarse al muelle y disfrutar de la vistas de las marismas de El Puerto de Santa María.

Y para acabar las jornada nada mejor que caminar por la Ribera del Marisco . Nos detendremos en algún cocedero para degustar la gamba blanca, las patas o simplemente el “pescadito frito” que se cocina en aceite de oliva como solo en el Sur se sabe hacer y para los sibaritas..., tortillitas de camarones.

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